lunes, 30 de noviembre de 2015

Recaída en la bipolaridad

El Deportivo Palencia se muestra incapaz de tener continuidad y pierde ante el Burgos Promesas

Bipolar. Como Gollum intentando arrebatar su tesoro a un Frodo Bolsón vestido con la camiseta del Zamora. Así está siendo el viaje hacia el Monte del Destino de la Segunda B del Deportivo Palencia. Los de Sedano son capaces de cuajar un partidazo y llevarse tres puntos de La Albuera ante la todopoderosa Segoviana y, como contrapartida, caer derrotados solo una
semana después ante un rival infinitamente inferior como el Burgos Promesas, que se llevó tres puntos de La Balastera sin hacer demasiado para conseguir tan preciado botín.


El partido comenzó sin dueño. El Deportivo, un equipo hecho para practicar un fútbol de toque, decidió contrarrestar el fútbol directo burgalés con inútiles balones largos a Diego Torres y lo que se vio en los primeros minutos parecía más un partido de tenis que de fútbol. La bola iba de un lado a otro del campo sin que nadie se decidiera a bajarla al suelo. Los aficionados seguían el esférico de una parte a otra del campo como queriendo decir que no con la cabeza. Y es que no. Ese no era el camino. Había que usar la línea de creación. David Álvarez y Álex Rabadán tenían que entrar en juego para dar protagonismo a los jugadores más adelantados y Santi Sedano exigió a voces a su equipo que empezara a jugar. Pero no era el día, parecía que el Deportivo había perdido su identidad. Era otro equipo. Siguiendo con la metáfora de El Señor de los Anillos, el cuadro morado pasó de ser Smeagol a convertirse en Gollum. «Y olvidamos el sabor del pan, la melodía de los árboles, la suavidad de la caricia, y olvidamos hasta nuestro nombre», eso decía la criatura creada por Tolkien en la película dirigida por Peter Jackson, y la criatura creada por Sedano bien podría haber dicho algo similar al acabar el partido.
Los gritos del técnico desde el banquillo ayudaron al conjunto palentino a recordar que para lograr el triunfo este equipo tiene que jugar, porque está hecho de jugadores con la calidad suficiente como para hacer un fútbol vistoso en esta dura categoría en la que el juego tosco es casi un axioma. Uno de esos futbolistas tocados con la varita de la genialidad es Álex Rabadán, que tuvo en sus pies el triunfo en el minuto 38. El 8 vestido de morado logró librarse de su marca y recibió en solitario un balón a nueve metros de la portería. La afición se levantó de sus asientos dispuesta a celebrar el gol, pero el mediocampista quiso colocar el balón tan lejos del portero burgalés, Marco, que mandó el balón fuera de la portería. Al Deportivo le costó mucho llegar con peligro y cuando lo consiguió desaprovechó una excelente oportunidad para abrir el marcador. El balón se marchó lamiendo el poste y el encuentro llegó al descanso con una sensación extraña en la grada. La teórica superioridad palentina no se notó en la primera mitad, y aún faltaban 45 minutos en los que la situación se agravó.
David Álvarez era una pieza fundamental en el dibujo planteado por Sedano, pero no consiguió hacerse con el juego en el centro del campo. El técnico quiso ver si el leonés ganaba protagonismo en la segunda mitad, aunque solo le dio 10 minutos más. Álvarez se fue al banquillo y en su lugar entró Rodri, pero el cambió no sentó tan bien al equipo como Sedano tenía en su cabeza y en el minuto 58 llegó el primer disgusto de la tarde. Óscar se levantó por encima de la zaga palentina para rematar de cabeza y marcar el 0-1. Casi nada.
La decepción fue gorda, pero todavía quedaba una más por llegar. Un desajuste defensivo permitió a Soto y a Del Rincón ganar la espalda a la zaga palentina y Soto le brindó el gol en bandeja a su compañero, que solo tuvo que empujar el balón para colocar el 0-2 en el marcador.
Si el primero escoció, el segundo fue un puñado de sal en la herida que Asier Alonso se encargó de lavar con un chorro de yodo en forma de gol en el minuto 88, pero ya era demasiado tarde. No había tiempo y la afición se marchó cabizbaja de La Balastera, con la sensación de que el liderato, ese tesoro que tanto ansía adquirir el Deportivo desde que comenzó la temporada, no es más que una quimera. Cosas de la bipolaridad. Tal vez hoy, cuando el equipo se vea en la tierra media, en esa tercera plaza que ocupa, se dé cuenta de que nadie le ha arrebatado su tesoro y que ha sido él mismo el que se ha alejado de él. «Corred, insensatos», que diría Gandalf.

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