martes, 18 de noviembre de 2014

Deportivo Palencia y Becerril se reparten los puntos en un derbi con mayúsculas

Los dos conjuntos palentinos firman un soberbio encuentro que tuvo una parte para cada equipo y que rivalizó en goles, expulsiones y emoción, con un resultado final justo
 
Una pena que durara noventa minutos. En los conciertos suele haber bises. Bendito frío el de este domingo, pensarán aún los que acudieron a la Balastera para presenciar el derbi entre el Deportivo y el CD Becerril. Hay fútbol en Palencia, no se queden en casa. Abríguense, no se tumben en el sofá a ver por decimocuarta vez en la televisión ‘Ben-Hur’ (vale también ‘Lo que el viento se llevó’, pero lo de los romanos me sirve para introducirles en el segundo párrafo). Merecen la pena partidos así, fútbol en estado puro. Goles, emoción, expulsiones, polémica, ardor, hasta buen juego, todo eso se vio este domingo en un derbi con mayúsculas que terminó con un más que justo empate. Ni Deportivo ni Becerril merecían irse de vacío.

Salió el Deportivo Palencia como las legiones romanas, dispuesto a conquistar, a ampliar sus dominios. Centuria veterana curtida en mil batallas, hacía muy apropiado el aforismo. ‘Si vis pacem, para bellum’. Si quieres la paz, la tranquilidad en el marcador, prepara la guerra. Y a ello se dispuso el equipo de Juanjo Rodríguez, que a los cuatro minutos hendió el pilum en el pecho del Becerril, en un pase interior a Javichi que el delantero morado, auspiciado como está por los dioses ahora mismo, aprovechó para plantarse solo ante Sevi y batirle por bajo. Pero el Becerril es irreductible como la aldea de Asterix y Obelix, quién sabe si el aguardiente de la zona es la pócima mágica, y no se dejaron someter los de Hernando. A los ocho minutos, en una acción soberbia de Blanco, el delantero del Becerril, escorado y casi sin ángulo cerca de la línea de fondo, acertó a meter el balón en la portería de Carmona. Cómo había empezado el derbi, qué bien invertidos los euros de la entrada. Anímense palentinos, que sí que hay fútbol en Palencia.
 
El Becerril, en diez minutos, había derramado agua en los apuntes de su técnico, que insistía en la previa en no encajar un gol en el inicio de partido, y le había aplicado secador al papel mojado con esa acción de Blanco. Había restablecido el statu quo. Pero el partido era del Deportivo, muy intenso en el campo, rápido en sus acciones, combinativo y muy peligroso en las acciones a balón parado. Cuajó una buena primera parte el equipo de Juanjo Rodríguez, con un Durántez en plan estelar, levantando briznas de hierba en cada llegada, con Conde pidiendo protagonismo y Javichi vaciándose. Y Diego Torres aún no se había prodigado en sus apariciones, cuidado. Una falta directa de Conde la despejó a córner con muchos apuros Sevi, preludio del segundo lanzamiento que ejecutó el jugador del Deportivo, que encontró la cabeza de Durántez para alojar el balón en la red. Minuto 21, y 2-1 en el marcador. Volvía a remar el Becerril, que no encontraba a Melero, su estandarte, su águila imperial, para crear peligro. Esa era una de las claves que había señalado Hernando, que Melero retuviera el balón arriba para dar tiempo a las bandas a salir lanzadas hacia el área de Carmona. El Deportivo mordía, suyo era el balón, empujaba hacia atrás al Becerril y el 3-1 se veía cerca.
 

Diego Torres y Merino se emplean este domingo a fondo
para tratar de llevarse un balón en el derbi entre
el Deportivo y el Becerril. / Merche de la Fuente
Tuvo el gol muy cerca Durántez en el minuto 26, tras un error en el despeje de la zaga becerrileña que acabó con el centrocampista morado estrellando el balón en el larguero. Era superior el equipo de Juanjo Rodríguez, cuajando quizá una de sus mejores primeras partes en lo que va de competición en la Balastera. El Becerril defendía, pero Obelix no comía jabalíes ni Asterix pensaba. ¡Roma vincit!, que diría Rusell Crowe en Gladiator. Por el momento.
 
¡Vamos Melero! le gritaba al centrocampista del Becerril su afición al comienzo de la segunda mitad. Melero era clave en el equipo de José Antonio Hernando, su calidad hacía falta. Debía aparecer para que el Becerril tuviese opciones, pero el Deportivo le sometía a un tercer grado, casi a tortura. Le soplaba en el cogote, y con el flexo encendido. Con todo, Melero tuvo una ocasión en el minuto 51, en una acción por la izquierda que acabó con un balón bombeado que botó encima del larguero. Merino, en el 57, a punto estuvo de robarle la cartera a Carmona con la cabeza en un balón en el área. Melero agitaba a los Chocheboys, levantaba sus brazos pidiendo ánimos. Parecía desperezarse el Becerril, y el Deportivo permitía que lo hiciese. Su intensidad no era la misma. Jugaba ya con el marcador, quería dormir el partido. No era buena idea, que los de Hernando son este año ave fénix. Y peor que se ponía el partido en el minuto 63 para los de Juanjo Rodríguez, con la expulsión de Durántez por roja directa, con una patada escalofriante a Merino. Si no era roja, era naranja oscuro. El partido era un derbi, y tenía que tener de todo. Goles, emoción, refriegas y expulsiones.
 
Durántez se estará acordando aún de esa roja, porque dos minutos más tarde, Isra empataba de cabeza el partido al saque de un córner del Becerril. La grandeza de este equipo, más inglés que de Tierra de Campos por su pundonor. Pero también con sus miserias, como la expulsión de Fredi en el minuto 69 por doble amarilla. Poco le duraba la superioridad numérica al equipo de José Antonio Hernando, también justa la expulsión del lateral. El partido estaba roto, precioso para el espectador, desesperante para los entrenadores. Había espacios para Javichi, para Melero, para Conde, para Merino. El que no tenía espacio en la libreta para apuntar era el árbitro, con su festival de tarjetas. Diez amarillas y dos rojas, ahí es nada. El juego se endurecía, se hacía bronco, es cierto. Muy áspero. Bello pudo marcar en el minuto 84 para el Becerril, en un envío a la espalda de la zaga del Deportivo que acabó con el delantero haciendo una vaselina en la salida de Carmona que se quedó corta. Entre tanto, dos amarillas más del colegiado.
 
Si el derbi era épico, merecía un final a tal altura, extenuados los dos equipos por el esfuerzo y resueltos a matar o morir. Ya en el descuento, Varo se plantó ante Carmona, que salvó milagrosamente el empate casi fuera del área (o más que casi), y en la acción siguiente, Sevi realizó otra soberbia parada a disparo de Diego Torres. Ellos fueron héroes, no un tal Judá.
 

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